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Me llamo Joel Zarate y tengo 11 años. Llegué a CIMA hace casi 2 años. El motivo por que mi mamá me trajo a CIMA, es que pasaba mucho tiempo en una cabina de Internet y también con el celular.
Me siento bien en CIMA. A veces en el taller de granja, por algún motivo, me siento molesto. El profesor Sebastián me aconseja y después me siento mejor.
Todos los talleres me gustan. Puedo aprender a soldar, a tocar piano, a pintar, a sembrar.
A veces con mis compañeros nos fastidiamos, pero pronto volvemos a ser amigos.
Cuando sea grande me gustaría ser policía.
Los tutores nos llaman la atención cuando nos comportamos mal. Así vamos mejorando nuestra conducta. Me siento muy agradecido por lo que CIMA hace por mí.
En este taller los alumnos aprenden diferentes técnicas para el pintado sobre tela:
Difuminado: hacer que la pintura se empaste con la superficie o también otros colores.
Ponceado: para un resultado de colores combinados matizados, pero no mezclados entre sí.
Delineado y definición de contornos: Es la forma de realizar líneas finas o gruesas.
Estas técnicas ayudan al niño o adolescente a:
Hola, mi nombre es Alejandro Arenas y tengo 41 años. Agradezco en primer lugar a Dios y después al padre Jean-Louis y a CIMA. Estuve en CIMA durante los años 1993 y 1994. Me recibieron de lo mejor. No me imaginaba que lo iban a hacer con tanto cariño, con tanto amor del padre Jean-Louis y de todos los que trabajan en CIMA. Mi paso por el hogar fue bueno; me sentí libre, reconocido y querido por mi nueva familia que era CIMA. Mi estadía en el hogar me ayudó a enderezar mi camino. Hoy en día soy un hombre realizado y pienso que mi integración social ha sido un éxito.
Mis respetos inmensos para todo CIMA, en especial el Padre Jean-Louis, cuyo aporte es fundamental para que CIMA siga adelante. Gracias a lo que CIMA inculca a los niños, hoy la gran mayoría somos hombres de bien.
¡Viva CIMA! Dios siga bendiciendo a CIMA y que le de años mas de vida y salud a nuestro querido Padre Jean-Louis.
Conocí CIMA durante mi servicio voluntario con la Cruz Roja Alemana. Han pasado más de cinco años desde entonces. Cinco años en los que he vuelto en varias oportunidades a CIMA como voluntario. He intentado no perder nunca el contacto con todas las personas que conocí durante mis estancias en CIMA y en Perú. Los tiempos que pasé allí, fueron entre los mejores de mi vida. Cuando llegué a Lima y conocí CIMA, todo me parecía un sueño. Fue un pequeño choque cultural ir a un país extranjero con 18 años, recién salido del colegio. Sin embargo, pude instalarme rápidamente y acostumbrarme al nuevo entorno, especialmente gracias a la admirable gente de CIMA. Por supuesto, al principio había la barrera del idioma, pero eso disminuyó después de algunas semanas. Me sentí muy bien, como en una nueva familia. El trabajo en CIMA se basa mucho en la confianza. Como voluntario, tuve la oportunidad y la libertad de elegir dónde podía apoyar mejor a los chicos y al personal.
Rápidamente conocí los talleres y a sus grandes profesores y educadores. Durante el día, trabajaba en los diferentes talleres, ayudando siempre en lo que podía. Pero también había otras tareas en las que se necesitaba mi ayuda. Al principio, se trataba por ejemplo de acompañar a los chicos al médico y, más adelante, de ayudar a recoger donaciones en Lima. Aparte de estas tareas diarias, considero que una parte importante del trabajo como voluntario, es pasar tiempo con los chicos. Escuchar música, hablar de lo que se viene a la mente o jugar fútbol son cosas sencillas, pero pueden marcar una gran diferencia. Para su rehabilitación, los chicos necesitan atención, calor y afecto, cosas que, por desgracia, algunos de ellos nunca habían sentido. Poco a poco me fui ganando la confianza de los chicos, y convirtiéndome en un ejemplo para ellos. El tiempo pasaba cada vez más rápido, y antes de darme cuenta, el final de mi servicio voluntario estaba a la vuelta de la esquina. Comenzó una época difícil, pero al igual que al principio en Perú, hubo un choque cultural al volver a Alemania que tuve que afrontar primero. Mis pensamientos seguían en Cieneguilla y en CIMA, y eso hasta el día de hoy.
Planeo constantemente mis próximos pasos, siempre con el objetivo de volver. Pero definitivamente vale la pena. La familia que conseguí gracias a mi trabajo y compromiso me acompañará toda la vida. Me hace increíblemente feliz y orgulloso. Es un trabajo más que satisfactorio, o mejor, como decía un buen amigo, no es un trabajo sino una vocación. Sólo puedo recomendar encarecidamente una estancia en CIMA a todos los jóvenes o adultos. No importa el tiempo que lleves. Lo más importante es aprovecharlo y disfrutarlo al máximo y estar abierto al cambio cultural. Yo, por mi parte, definitivamente volveré y nunca olvidaré los grandes momentos que he vivido y sentido allí.
CIMA, Lima y el Perú se han convertido en un segundo o tal vez primer hogar para mí y siempre encontraré el camino de regreso. Hay mucho más que me gustaría escribir, respecto a lo que he vivido en CIMA. Pero no hay espacio suficiente para esto. Con esto en mente, espero lo mejor para el futuro de CIMA y de todas las personas admirables que trabajan allí.
Gracias.
Cuando nos conocimos, Myra llevaba años viniendo periódicamente al Perú. Ella nos visitó cuando recién nos habíamos trasladado a Cieneguilla; CIMA estaba en su segundo año. Enseguida Myra se sintió muy cómoda con los niños de la calle y pronto empezó a ir a la plaza San Martín donde se encontraban estos niños.
Durante más de 30 años, el aporte de Myra fue muy valioso. Ella formó parte de la directiva de la Asociación de Damas Canadienses y siempre se esforzaba para interesar a la gente a la causa de CIMA.
Ella tenía muchos contactos a quienes siempre les hablaba de CIMA. Durante muchos años ella nos acompañó en el consejo directivo de CIMA.
Gracias Myra. Desde el inicio has tenido el cariño y el respeto de todos en CIMA, tanto de los niños como de los colaboradores. Has sido y eres un elemento clave en la historia de CIMA.
Jean-Louis Lebel.
Menores:
Colaboradores:
¡Que la felicidad y el amor los acompañen siempre. Que todos sus deseos se hagan realidad. Feliz Cumpleaños!
Durante la primera semana de enero, los chicos retornaron de su permiso. La mayoría de ellos salieron el 23 de diciembre para pasar las fiestas con sus familias. Algunos de ellos se retiraron para reinsertarse a sus familias.
El domingo 16, el director de la casa junto a los chicos, llevaron serenata al Padre Jean-Louis por su cumpleaños. El miércoles 19, tuvimos un almuerzo al que participaron tanto los colaboradores como los niños y los voluntarios.
