El proyecto está dirigido a niños y adolescentes varones de 8 a 17 años de edad, que viven en las calles o que se encuentran en situación de alto riesgo y requieren rehabilitación.
El perfil de los niños y adolescentes albergados ha cambiado desde los principios de CIMA.
Al inicio, CIMA atendía exclusivamente a niños de la calle, que se desvinculaban de su familia a causa de crisis socio-económica dentro de ellas y/o por el maltrato físico o moral que recibían. Viviendo en la calle, estaban expuestos a numerosos peligros que comprometían su integridad física y moral e impedían su desarrollo normal. Generalmente, presentaban fuertes problemas de auto-cuidado y de autoestima.
Poco a poco, esta población ha sido reemplazada por niños en situación de alto riesgo psicosocial. Muchos de ellos vienen de un núcleo familiar disfuncional (pareja separada) o desarticulado (no se puede identificar un hogar fijo para el niño) pero ya mantienen un contacto con su familia. Generalmente, los niños se escapan de la autoridad de sus padres y desarrollan conductas que los ponen en riesgo psicosocial: permanencia en la calle, deserción escolar, pertenencia a pandillas, problemas de ludopatia, dependencia a Internet y consumo de drogas. Los niños se caracterizan, sobre todo, por el rechazo de la disciplina y los problemas de conducta.
La mayor parte de los niños provienen de familias que carecen de recursos económicos para responder a sus necesidades (limitado acceso a los servicios básicos de salud y educación) y que penan en cumplir el doble rol de trabajo y de cuidado de los niños. Muchos también crecen en un entorno familiar en dónde se desarrollan patrones de relacionamiento que tienden a indiferencia afectiva, irresponsabilidad en roles y funciones, violencia conyugal, maltrato infantil y problemas de consumo de alcohol y otras drogas.
Los niños y adolescentes que llegan a CIMA a menudo presentan traumas psicológicos que se traducen por baja autoestima y problemas de conducta (indisciplina, vida desordenada, agresividad, desconfianza en los adultos), problemas de salud (desnutrición, problemas de la piel por falta de higiene, enfermedades venéreas), bajo nivel educativo y patrones de conducta inadecuados (pérdida de valores).